Propuesta BGU
La propuesta del Bachillerato General
Unificado incluye los siguientes elementos:
1. Nueva estructura
El Bachillerato dura tres años lectivos, de acuerdo con el calendario que rige para cada régimen escolar.
El año lectivo
puede ser organizado por semestres o por años.
El plan de
estudios debe aplicarse como mínimo en 40 períodos de clases semanales al año,
si bien los colegios pueden incluir horarios complementarios de acuerdo a sus
necesidades específicas.
El tronco común
tiene 35 períodos de clase semanales al año.
Los períodos de
clase son de mínimo 40 minutos.
2. Malla curricular actualizada
El Bachillerato General Unificado propone una estructura curricular en la que se parte de un tronco común de aprendizajes básicos que todo bachiller debería dominar. Complementando el currículo común, los estudiantes tendrán posibilidades de explorar su orientación vocacional a través de las asignaturas optativas o módulos técnicos.
En
consecuencia, se modificó el Bachillerato en Ciencias, tanto en su versión
general como en sus versiones especializadas (Física y Matemática, Química y
Biología, y Ciencias Sociales), y se propusieron varias asignaturas optativas
en las cuales los bachilleres podrán profundizar su aprendizaje.
Simultáneamente,
se reformuló el currículo del actual Bachillerato Técnico, eliminando de él
todas las asignaturas generales (que se reemplazaron por el tronco común del
BGU), y adaptando a un nuevo formato los módulos correspondientes a los
aprendizajes técnicos especializados.
El desarrollo
curricular que se propuso ha sido pensado para lograr un acercamiento efectivo,
práctico y coherente de lo que aprenderán los estudiantes. Por ello se lo
formuló, consultando y validándolo con especialistas, educadores, científicos y
otros ciudadanos que orientaron la determinación de objetivos, contenidos,
metodologías y formas de evaluación.
A fin de
alcanzar los objetivos propuestos en el Bachillerato General Unificado, es
necesario también realizar un cambio de concepción pedagógica. En muchas
ocasiones, la enseñanza en Bachillerato se ha dado con una visión tradicional
de la educación, en la que el docente es la persona que posee el conocimiento y
lo transmite a los estudiantes. En estos casos, el deber del estudiante es
recibir la información, memorizarla y poder demostrar que la recuerda en
alguna prueba. El nuevo Bachillerato pretende romper con este esquema y propone
uno que considera que el aprendizaje no es, como señala el modelo anterior, un
simple absorber y recordar conocimientos. Más bien, es una formación en
conocimientos, procedimientos y actitudes. El aprendizaje, bajo esta visión,
debe ser duradero, útil, formador de la personalidad de los estudiantes y
aplicable a su vida cotidiana. En este sentido, la propuesta se basa en la
construcción de “destrezas con criterios de desempeño” para desarrollar las
habilidades cognitivas de los estudiantes aplicadas en distintas realidades, y
demostrando, al evaluar precisamente los criterios de desempeño, la aplicación
constante de valores en su práctica educativa.
Para ello se
requiere, en primer lugar, tomar en cuenta las experiencias y los conocimientos
anteriores con los que se desenvuelve el estudiante, puesto que el aprendizaje
significativo y duradero sucede cuando este conecta el aprendizaje nuevo con
sus conocimientos previos. También requiere de una contextualización del
aprendizaje en una tarea auténtica de la vida real, y que el estudiante
comprenda el sentido y el propósito de lo que está aprendiendo.
Adicionalmente,
las características del mundo contemporáneo demandan formas específicas de
aprendizaje. Primeramente, es necesario que el aprendizaje sea
interdisciplinario. Para ello se requiere que la organización de los contenidos
que se abordarán no sea un listado de temas sin relación alguna entre ellos,
sino que tenga coherencia al interior de la propia asignatura o área científica
–en relación con los demás contenidos y procedimientos de la propia
asignatura–, pero también se muestren las relaciones con las demás asignaturas.
Además, una importante necesidad de la educación en la sociedad contemporánea
es la construcción de currículos flexibles que se adapten a la gran variedad de
la demanda social, a las necesidades de una población joven ecuatoriana también
diversa, y por último, a la diversidad de formas de aprendizaje presentes en el
aula.
Con esto, el
rol del docente viene a ser el de un guía que orienta al estudiante en su
aprendizaje. Su rol es definir objetivos de aprendizaje y para qué enseñarlos
–y compartirlo con el estudiantado–, ofrecer experiencias de aprendizaje que
permitan a los estudiantes alcanzar los objetivos (lo que incluye recursos y
materiales), y realizar un proceso de evaluación (que incluye la
autoevaluación) para mejorar la enseñanza-aprendizaje.
El
estudiante pasa a ser el protagonista de su aprendizaje: debe construir, investigar,
hacer, actuar, experimentar y satisfacer su curiosidad para aprender.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario